No estoy de acuerdo con la representación tradicional de que San José era un hombre viejo, por más que haya sido inspirada en querer enfatizar la perpetua virginidad de María. Lo veo como un hombre joven y fuerte, quizá unos años mayor que Nuestra Señora, pero en la plenitud de su vida y trabajo. San Josemaría Escrivá
¿Alguna vez has leído una afirmación como esta de un santo sobre la edad de San José? San Josemaría está en lo correcto al decir que San José era un hombre joven cuando se casó con Nuestra Señora, y San Josemaría no es el único que piensa de este modo.
La Iglesia Católica no tiene ninguna enseñanza oficial o formal sobre la edad de San José. Eres totalmente libre de creer que San José era un hombre viejo cuando se casó con María, si así lo quieres, o también de creer que era un hombre joven. Personalmente, me cuesta trabajo pensar en San José como un anciano, ya que las exigencias físicas de su misión hacen que esta posibilidad sea casi nula.
Si pensamos en los títulos que la Iglesia ha dado a San José en su Letanía, tales como Guardian del Redentor, Casto Guardian de la Virgen, Guardian de vírgenes, Modelo de los trabajadores, Terror de los demonios, etc., todos estos se inclinan más hacia la idea de un San José joven y vigoroso, y no un hombre viejo. ¿Acaso un hombre viejo es capaz de proteger vírgenes? ¿Puede un anciano ser modelo de los trabajadores?
Para ser guardián se requiere mucha fortaleza, para trabajar hay que tener salud. ¿Puede un hombre viejo hacer estas cosas? Como dijo la Madre Angélica: “¡Los hombres viejos no van a Egipto caminando!”, y tampoco pueden ser guardianes, porque necesitan agilidad y fortaleza.
Por supuesto que nada de esto implica que los ancianos tengan faltas morales; el mundo está lleno de ancianos virtuosos, sabios y santos; sin embargo, por lo regular, no se distinguen por su capacidad física para llevar a cabo el tipo de cosas que San José necesitaba hacer por la Sagrada Familia.
Entonces, ¿Por qué durante siglos la mayoría de las obras de arte han representado a San José como un hombre de edad avanzada? La respuesta mejor articulada a esta pregunta la proporciona el venerable Fulton J. Sheen, diciendo:
¿Era él (San José) viejo o joven? La mayoría de las estatuas y representaciones de José que vemos actualmente, son de un hombre viejo con una barba gris, que protegió a María y su voto con total desapego, como el de un doctor que levanta un bebé en la guardería. Por supuesto que no tenemos ninguna evidencia histórica sobre la edad de José. Algunos relatos apócrifos lo describen como un hombre viejo, y después del siglo IV, los Padres de la Iglesia siguieron esta leyenda de manera casi rigurosa… Pero al investigar por qué el arte cristiano tuvo que representar a José como una persona mayor, se descubre que se hizo con la intención de salvaguardar la virginidad de María, y, de alguna manera, fue creció sigilosamente la suposición de que la senilidad era mejor protector de la virginidad que la adolescencia. Por lo tanto, el arte, inconscientemente, representó a un esposo casto y puro, más por su edad que por sus virtudes. Sin embargo, esto es tanto como asumir que la mejor forma de demostrar que un hombre jamás volverá robar es representarlo sin manos… Pero más allá de eso, representar a José como un hombre viejo significaría que le quedaba poca energía vital, en vez de mostrar a un hombre que, teniendo esa energía, la supo manejar para la mayor gloria de Dios y por sus propósitos santos. Hacer que José aparezca como un hombre puro sólo porque su carne ha envejecido, es tanto como glorificar un arroyo en las montañas que ya está seco.
La Iglesia no ordenaría al sacerdocio a un hombre que no esté en plenitud de sus potencias vitales. La Iglesia quiere hombres capaces de dominarse, antes que hombres que son dóciles porque carecen de la energía para ser rebeldes. No debería ser diferente con respecto a Dios. Sería razonable pensar que Nuestro Señor habría preferido elegir por padre adoptivo a un hombre que hubiese hecho sacrificios voluntarios, en vez de uno que hubiese sido forzado a hacerlos. Existe, además, el hecho histórico de que los judíos desaprobaban un matrimonio desproporcionado, lo que Shakespeare llamaba “crabbed age and youth” (edad avanzada y juventud). El Talmud admite un matrimonio desproporcionado sólo para los que han enviudado. Finalmente, parece algo improbable que Dios haya unido a un hombre viejo con una madre joven de dieciséis o diecisiete años. Si él no rechazo entregar a su Madre a un hombre joven, Juan, al pie de la Cruz, ¿Por qué le habría dado un hombre viejo en el pesebre? El amor de una mujer siempre determina la forma en que un hombre ama; ella es la silenciosa educadora de sus facultades masculinas.
En virtud de que María es lo que podría llamarse una “virginizadora”, tanto de hombres como de mujeres jóvenes, y la más grande inspiración de la pureza cristiana, ¿no sería lógico que hubiese comenzado por inspirar y “virginizar” al que quizá fue el primer joven que conoció en toda su vida, José el Justo? María habría obtenido su primera conquista sin disminuir las facultades de José para amar, sino elevándolas, y en su propio esposo, el hombre que era hombre en todo el sentido, ¡y no un simple senil guardián! Probablemente José era un hombre joven, fuerte, viril, atlético, guapo, casto y disciplinado. En lugar de ser un hombre incapaz de amar, debió de estar ardiendo de amor. Así como daríamos muy poco crédito a la Santísima Madre si hubiese hecho voto de virginidad después de los cincuenta años, de igual manera lo haríamos con José, si se hubiese convertido en su esposo siendo ya mayor. En aquella época, las chicas jóvenes como María hacían votos para amar únicamente a Dios. También lo hacían los hombres, de entre los que José era tan prominente como para que se le conociera como “justo”. Por lo tanto, en vez de ser fruta seca para servirse en la mesa del rey, José era como el capullo de una flor, lleno de fortaleza y promesas. No se encontraba em el ocaso de su vida, sino en el amanecer, pleno de energía, fortaleza y pasión controlada. María y José ofrecieron en sus nupcias no sólo sus votos de virginidad, sino también dos corazones de los que brotaban torrentes de amor tan grandes, que jamás conoció ningún pecho humano…
¡Cuánto más hermosos se tornan María y José al ver en sus vidas lo que se podría denominar como el primer romance divino! Ningún corazón humano se conmueve por el amor del viejo hacia el joven; pero ¿quién no se siente conmovido por el amor entre dos jóvenes? Tanto en María como en José había belleza, juventud y promesas de futuro. Dios ama las cataratas caudalosas y las cascadas torrenciales, pero las ama más no cuando se desbordan ahogando las flores que él ha creado, sino cuando son controladas y aprovechadas para iluminar una ciudad y saciar la sed de un niño. En José y María no encontramos una cascada controlada y un lago seco, sino dos juventudes que, antes de conocer la belleza de uno y la atractiva fortaleza del otro, estuvieron dispuestos a renunciar a todo eso por Jesús. Por lo tanto, los que se inclinaron sobre el pesebre del Nino Jesús, no fueron la vejez y la juventud, sino la juventud plena, la consagración de la belleza en una doncella y la entrega del poderoso encanto de un hombre.
¡Increíble! ¡Fulton Sheen es brillante! Hasta donde yo sé, fuera de Fulton Sheen, no hay ninguna otra persona en la historia de la Iglesia, que haya articulado un argumento más convincente a favor de un San José joven. Como afirma claramente, la teología y el arte sólo representaron a San José como un hombre anciano para proteger la virginidad de María.
Ahora bien, en toda justicia, la decisión de representar a San José como un anciano, ya fuese en la predicación, en los escritos o mediante el arte, funcionó para proteger la virginidad y pureza de María. Como un ejemplo extremo de esto hay un antiguo texto copto sobre la vida de San José que lo presenta como un hombre ¡de noventa y un años! cuando se desposó con María.
Sin embargo, todos los historiadores y teólogos reconocen que las fuentes para presentar a San José como un hombre viejo, provienen de documentos apócrifos, es decir, no canónicos.
El hecho de haber confiado en escritos apócrifos para ofrecer la edad de San José produjo que se le representara como un hombre ya entrado en años, disminuyendo sus grandes virtudes, su importancia y su grandeza en la mente de los cristianos. No es de extrañar así, que haya tan pocas personas que hayan prestado atención a San José a lo largo de los siglos.
¿Cuál ha sido el drástico efecto de esta manera de contemplar a San José? Que, a día de hoy, raramente se incluye a San José en las clases que se imparten en los seminarios sobre cristología, mariología, soteriología o eclesiología, de tal forma que el hombre universalmente aclamado como el más amoroso, justo, casto, prudente, valiente, obediente y fiel que haya vivido jamás, ni siquiera es mencionado en las clases de virtudes teológicas o morales. ¡Esto necesita de un cambio!
Hay que agradecer a Dios la sabiduría y reflexiones de personas como San Josemaría Escrivá, la Madre Angélica y el venerable Fulton Sheen. La Iglesia necesita volver a presentar a sus hijos una imagen de San José que sea fuerte, masculina y joven. Presentar constantemente a José como un hombre viejo, ha deformado severamente nuestra comprensión del ¡santo mass grande (después de María) que haya caminado sobre la tierra! ¡Es hora de recuperar a San José!
Sin embargo, no hay que tomar esto de una manera equivocada. El Señor ama a los ancianos. Dios ama los años de duro trabajo, servicio, generosa dedicación y sacrificios de amor que hace el hombre. Las sociedades tranquilas, justas y pacificas se sostienen en los fundamentos que establecieron los ancianos. Sin embargo, esos hombres construyeron los cimientos y pilares de la civilización cuando eran jóvenes y no viejos.
Del mismo modo, los años formativos de Jesucristo, fueron amorosamente guiados por un padre joven y fuerte llamado José. Fue este padre incansable, amoroso y virtuoso quien estableció los fundamentos para el crecimiento y desarrollo humano de Jesucristo. Si bien no hay duda de que cualquier anciano es capaz de la santidad como cualquier joven, se necesita de un padre joven y fuerte para ensenar a un niño cómo manejar el hacha, trabajar con la madera, cargar leña, caminar largas distancias y ganarse la vida con sudor de la frente.
Si las princesas terrenas consideran un asunto de la mayor importancia seleccionar cuidadosamente un tutor adecuado para sus hijos, piensa si el Dios eterno, en su omnipotencia y sabiduría, no habría elegido al hombre más perfecto de su creación (San José) para ser el guardián de su divino y más glorioso Hijo, el Príncipe del cielo y de la tierra. San Francisco de Sales
El beato Guillermo José Chaminade se hace eco de una idea semejante, pero mirando la condición masculina d San José desde la perspectiva de su matrimonio con Nuestra Señora. Escribe:
Si Dios te hubiese encomendado la honrosa tarea de elegir de entre los reyes, un esposo para la Santísima Virgen, ¿no habrías elegido a la mente más grandiosa del mundo? Y si te hubiese dado la orden de elegir a uno de los santos, ¿no habrías escogido al mayor santo que jamás haya caminado sobre la tierra? Ahora, ¿crees que el Espíritu Santo, que es el Autor de este matrimonio divino, estaría menos interesado que tú en proveer para la Virgen un esposo adecuado a sus méritos? Beato Guillermo José Chaminade
Tiene mucho sentido, ¿verdad? Claro que sí. San José fue el esposo amoroso de María, no un esposo “retirado”, incapaz de trabajos manuales y de largas travesías a pie. San José era conocido por todos en Nazaret como el padre de Jesús, no como el abuelo de Jesús.
Como padre de Jesús, San José no sólo defendió celosamente y protegió a su amado Hijo, sino que lo sacrificó todo -hasta los placeres del amor conyugal- para llevar a cabo su misión de “guardián de la Virgen” y “guardián del Redentor”.
Por cierto que, cuando los Papas y los santos se refieren a San José como “guardián”, el significado va más allá de un simple legalismo; significa protector, paternal y viril. Un guardián es una persona fuerte no solo de mente y de corazón, sino también físicamente. San John Henry Newman habló de la paternidad de San José de la siguiente manera:
él (San José) era el querubín encargado de vigilar el nuevo paraíso terrenal contra la invasión de los enemigos.
Para que a un hombre se le pueda encargar de vigilar contra la invasión de cada enemigo en un territorio, éste necesita ser físicamente fuerte, no un hombre viejo que necesite bastón.
Como poderoso querubín, San José se emplea en proteger y servir a la Reina de los Ángeles, y de cumplir con la tarea de vigilar el templo el cuerpo de María y, en particular, su virginidad. El guardián de María tenía que ser joven y fuerte para cumplir con éxito su misión. Un hombre entrado en años probablemente no tendría la fuerza para proteger a una esposa joven, y tampoco es factible que tuviese la energía necesaria para educar a un hijo pequeño.
La masculinidad de San José era su escudo protector, la capa con la que proteger a la Santísima Virgen. Ningún hombre o bestia podían hacerle daño a la Virgen, porque San José se mantenía atento y listo para defenderla, aunque le costara la vida.
La nube (que) en la Antigua Ley cubría el Tabernáculo, es figura del matrimonio de San José con la Santísima Virgen. “La nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahveh lleno la Morada” (Ex 40, 34). El matrimonio de San José es un velo sagrado que cubre el misterio de la Encarnación. Todo el mundo ve que María es madre, pero sólo José sabe que ella es virgen. Beato Guillermo José Chaminade
San José, como joven esposo y padre, fue modelo de masculinidad para su Hijo. Todo niño debería poder mirar a su padre para comprender lo que significa ser hombre. Si San José hubiese sido un hombre mayor, ¿habría visto Jesús en él algún tipo de fortaleza física, o la práctica de un amor verdadero por medio de la castidad heroica, habría conocido el trabajo duro y los actos de piedad, como ponerse de rodillas?
Si San José hubiese sido dos o tres veces mayor que su esposa, ¿qué habría visto Jesús en su padre? ¿siestas vespertinas y olvidos frecuentes? Repito, no hay nada malo en la ancianidad; hacerse viejo es parte de la vida del hombre. El mismo José fue avanzando en años conforme pasó la vida, como sucede con todos los hombres, pero ¿confiaría Dios la educación y desarrollo de su Hijo -el León de Judá y Rey de reyes- a un hombre anciano y frágil? Probablemente no.
Lo que la Iglesia y el mundo pueden aprender de una descripción más juvenil de San José, especialmente en la teología, la predicación, la literatura y el arte, es que los hombres jóvenes pueden ser castos, héroes y santos y, sin duda, la Iglesia cuenta con innumerables ejemplos de jóvenes que se mantuvieron castos y puros por el reino de los cielos, y San José fue el más excelso de todos ellos. San Josemaría Escrivá nos dice:
No tienes que esperar a ser viejo o carente de vitalidad para practicar la virtud de la castidad. La pureza proviene del amor, y la fortaleza y alborozo de la juventud no son un obstáculo para el amor noble. José tenía un corazón y un cuerpo joven cuando se casó con María, cuando se enteró del misterio de su divina maternidad, cunado vivió en su compañía, respetando la integridad que Dios quería darle al mundo, como un signo más de que había venido a compartir la vida de sus criaturas. Cualquiera que no comprenda un amor así, conoce muy poco del verdadero amor y es un total extraño del significado de la castidad.
En mi opinión, San José era un esposo joven, tierno y amoroso con su esposa, pero siempre casto, modesto y puro. María amaba a su José. Su amor varonil por ella era grande, siempre controlado por la razón y la fe.
Sus facultades viriles, que mantenía siempre restringidas al servicio de la voluntad de Dios, le convirtieron en el esposo y padre más virtuoso que haya caminado sobre la tierra. Ninguna mujer ha tenido jamás un esposo más virtuoso que San José.
Dios no le habría dado a San José como esposa a la Santísima Virgen si no hubiese sido un hombre santo y justo. ¿Qué padre, en su sano juicio, daría en matrimonio a su hija amada a un hombre que no llevase una vida moral y sin reproche de acuerdo a su rango y estado de vida? San Lorenzo de Brindisi
En conclusión, ¿qué puedes obtener de estas reflexiones sobre San José? ¿Estás obligado a creer que San José era joven? Por supuesto que no, pero, al menos, ¿comprendes, basándonos en las exigencias físicas que inevitablemente requería su misión, por qué tiene más sentido que San José haya sido un hombre joven y no un anciano cunado se casó con Nuestra Señora?
Sin importar la representación de San José que prefieras, él es tu padre espiritual amoroso, fuerte y valiente. Dale las gracias por todo lo que hizo por amor a Jesús y a María, tu madre espiritual. Dale las gracias por todo lo que hace por ti.
Te agradezco, oh santo Patriarca José, porque nosotros, que incluso somos incapaces de saber cómo amar a Jesús y a nuestra Madre Inmaculada, sabemos y nos alegramos de que al menos tú la amaste como ella se mereció, como la digna y verdadera Madre de Jesús. Beato Gabriele Allegra
Letanía de San José
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo. Ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios. Ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.
Luz de los patriarcas, ruega por nosotros.
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Custodio purísimo de la Virgen, ruega por nosotros.
Nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Diligente defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
José Justo, ruega por nosotros.
José Casto, ruega por nosotros.
José Prudente, ruega por nosotros.
José Fuerte, ruega por nosotros.
José Obediente, ruega por nosotros.
José Fiel, ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo de obreros, ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio de vírgenes, ruega por nosotros.
Pilar de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo de los desdichados, ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrono de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Protector de la santa Iglesia, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Y señor de todas sus posesiones.
ORACIÓN
¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre!; te rogamos nos concedas tenerlo como intercesor en el cielo, ya que lo veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.